Carlos siempre ha sido un soñador y un hombre de fe, quienes lo conocen más de cerca, saben que su corazón palpita por alcanzar metas y proyectos que, para muchos, son demasiado grandes como para tan siquiera intentarlo. De hecho algunos, en su propia frustración, han desacreditado su capacidad para hacer cosas trascendentes, pero Carlos, aún rodeado de esa incredulidad y de temores que ha necesitado enfrentar, sigue convencido que los sueños que Dios sembró en su corazón no son casualidad, y hoy los usa como el combustible de su pasión por servir a los demás.

Hijo de don Allan Castillo Valverde y de doña María Virginia Aguilar Campos, nació un 26 de mayo de 1977.

Desde temprana edad, tuvo que enfrentar situaciones duras que, lejos de traumatizarlo, ayudaron a construir el destino que Dios tenía para él, y sobre todo el carácter necesario para hacerlo realidad.

Poco a poco, y con mucho esfuerzo, Carlos fue creciendo y avanzando en su etapa de educación. Pasó por la escuela República de Honduras, el Liceo de San Miguel y años más tarde pudo realizar estudios superiores en el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC).

Con el paso de los años, Carlos empezó a ver la gracia y el favor de Dios manifestado de muchas maneras y, por supuesto, empezó a comprender el propósito de todas las adversidades que había logrado superar. Se comenzaron a abrir las puertas que en algún momento tan solo podía dibujar en su imaginación, cuando era más joven. Se convirtió en un comunicador de radio, al incorporarse a la emisora Life FM, una de las más escuchadas por la audiencia cristiana en Costa Rica. Al mismo tiempo pudo iniciarse como empresario en la industria tecnológica, aprovechando la experiencia profesional que había acumulado por varios años.

Carlos ha impulsado tres proyectos empresariales que representan el cumplimiento de muchos de sus sueños, uno de ellos, por medio de “Esencia y Palabras” convertirse en escritor, y en una inspiración para todos aquellos que se sienten descalificados para lograr algo grande con sus vidas.

Carlos también ha sido miembro de la iglesia Oasis de Esperanza por varios años, donde ha tenido oportunidad de conocer a un Dios para quien nada es imposible; un Dios que toma nuestros pasados pequeños y dolorosos, y los transforma en grandes historia de fe.